En este año vi lo
mejor de mí y también vi cómo se iba lo peor, mi alter ego se llevó todas sus
maletas fuera y lejos de mí, toda la rabia, toda la tristeza, en este año encontré
en mí una persona que no conocía y ahora amo. Descubrí que la bondad tiene
cabello rubio o rojo, o simplemente viene en un estuche que no podrías
reconocer, de ojos pequeños brillantes llenos de luz que alumbran con tales destellos
que te enceguece, esos mismos destellos que marcan caminos a pesar de que la
bondad misma muchas veces pierde el norte por no definir a quien entregarse.
En este año me encontré con un ser maravilloso habitando en
mi corazón, un ser de luz y de amor, que desde hacía mucho estaba preso por
vicios, malas costumbre, temores y malos recuerdos, ese ser salió a luz de la
mano de un corazón que aunque esquivo quiso enseñarle mucho, y lo logro.
En este año estuve feliz por una sonrisa sincera, temerosa,
falta de confianza pero de una sola postura, a pesar de que el azul de esa
mirada ya no me acompañe ni ilumine mis pasos no la olvidare jamás, la
distancia logro hacerme entender por qué esos ojos profundos tan silenciosos no
eran para mí, pero agradezco que en este camino me acompañara su luz, la que ni
esos ojos se atreven a mirar porque tal vez tienen miedo de encontrar un espíritu
tan hermoso pero tan temeroso de la vida, de la fe de lo que el mañana está
listo para proveerle.
Gracias al amor de un matriarcado, a sus sonrisas, sus consejos sus regaños, pero sobretodo ese hombro fuerte que herede de ellas, de ese temple familiar, no me deje
caer no retrocedí estoy aquí llena de amor, para darlo todo a los frutos de mi
corazón ellos se lo merecen y por ellos esta madre joven ha decidido volver a
la luz después de caminar por tanto tiempo en tinieblas.
Esta entrada la dedico a las personas que se dedicaron a enseñarme a hacerme paciente a darme lecciones sin decir ni una palabra. A ellas toda mi energía para que sus caminos estén llenos de esperanza, sabiduría y fe.
Esta entrada la dedico a las personas que se dedicaron a enseñarme a hacerme paciente a darme lecciones sin decir ni una palabra. A ellas toda mi energía para que sus caminos estén llenos de esperanza, sabiduría y fe.
Hoy ciertamente estoy enamorada de la vida, de la gente, de las
sonrisas de mis soles, de las caricias de manos amorosas, de mi familia, de mis
verdaderos amigos, de quienes están o estuvieron haciendo parte de mi
renacimiento, para mi este año fue un vuelco a la verdadera vida. Mi corazón
parece estar en paz y creo que eso me permite ser madura sin perder ni por un
instante la capacidad de sentirme una niña, disfruto el eco de mi propia
sonrisa y sé que mi gran ángel de la guarda en este momento se regocija por
completo de escucharme cada carcajada.